El río Ovil es un importante polo de atracción turística, debido a la pureza de sus aguas, al aseado de sus playas ya la riqueza de pescado existente en sus aguas. En su aire campestre, es un río ecológicamente privilegiado donde subsisten sitios amenos en que las plantas, el aire y las personas están en perfecta y suavísima armonía.
El río corre por las laderas de algunas montañas, acabando por desaguar en el río Duero. En sus bordes permanecen los caminos ermos y los granitos espectrales de siglos, que envuelven el caudal del río. El agua es transparente y, aquí y allá, las truchas y las bogas se alejan, se acercan, suben y bajan el río. Los pescadores, esos se quedan allí horas y horas en meditación, expectativa, intentando su suerte.
Es todo este romanticismo paisajístico del río expreso en la belleza de sus playas, en la diversidad de sus especies pesqueras y en la claridad de sus aguas que hacen que no sea olvidado. El río Ovil tiene su lecho en acentuado declive, por lo que sus aguas son aprovechadas por una central hidroeléctrica, junto a su desembocadura.
En el río Ovil se construyó durante la edad media un puente uniendo sus márgenes. El testimonio del arte románico, fue también, durante muchos años, el único eslabón de conexión entre los lugares de la Pala y Porto Manso.